Desde la Planeación urbana se señala la importancia que supone el espacio público como eje articulador de los sistemas y elementos que permiten el cabal desarrollo del ordenamiento territorial, por tanto, este es concebido como “Un espacio físico y social de la ciudad, de carácter público y abierto, estructurante urbano, capaz de soportar otros sistemas y sus flujos”. Siguiendo este mismo derrotero, señala al espacio público como aquello que es “accesible a todos, lo abierto, lo que es de uso común y no está permitido apropiarse de forma particular, lo que está sustraído al uso particular”. Así entonces, esta aproximación permite entender una concepción del espacio público como aquel elemento que se encuentra a disposición del colectivo, para su uso y aprovechamiento, en contraposición a una noción de propiedad privada.
Ahora bien, “el espacio público no es el espacio residual entre lo que se ha construido y el espacio viario. Hay que considerarlo el elemento ordenador del urbanismo”. Lo anterior supone una aproximación que realza la importancia que este componente tiene o debería tener dentro de la planeación. Asimismo, se encuentra una noción a partir de la cual se desmarca de la lógica legalista que acompaña a este concepto al referir que “lo que define la naturaleza del espacio público es el uso y no el estatuto jurídico.” Elemento que resulta no menor en la medida que permite entender que aquello que le da la naturaleza al espacio público no está en la norma, sino en el uso y, por abstracción, en el componente social que realiza un aprovechamiento de este.
Como una última aproximación desde la planeación urbana, se trae a colación lo dispuesto por Gehl quien hace alusión a que las actividades que se desarrollan en el espacio público dependen en gran medida de los atributos físicos con que cuente este componente, donde a su vez, desde la configuración que se plasme en él, se puede influir en los modos de uso por parte de la ciudadanía, llegando a concluir que “allí donde se crea un marco físico mejor, las actividades exteriores tienes da crecer en número, duración y alcance”, sobre esta base es dable señalar que una planeación adecuada del espacio público genera efectos que trascienden del componente físico e inciden de manera directa en el entorno social.
Entretanto, se tiene una aproximación desde la filosofía política, que encuentra en el espacio público “un ámbito de deliberación democrática abierta a todo el mundo”. Así mismo y en consonancia con esta aproximación que trasciende al urbanismo, se encuentra que el espacio público funge como escenario en el que “es factible encontrar posiciones extremas y contradictorias que lo conciben como un espacio de aprendizaje (Joseph, Isaac), ámbito de libertad (Habermas) o lugar de control (Foucault)”. Frente a ello, es de resaltar la importancia que supone el espacio público en el ámbito de la construcción social, como sitio de debate y lugar donde confluyen ideas y es viable el ejercicio de los derechos.
Así mismo, se ponen sobre la mesa una serie de elementos que resultan de importancia desarrollar, el primero a partir de señalar que “El uso y goce del bien tiene el carácter de usufructo, en el sentido de que no se es propietario de él, pero sí se puede disponer de él”. Por otra parte, se establece que “Los espacios públicos son por naturaleza espacios políticos” en la medida en que en estos se presenta una constante interacción e intercambio y es en este dónde la posibilidad del ejercicio de los derechos es amplia y manifiesta. Finalmente, se puede entender que “la ciudad es un conjunto de espacios públicos, o la ciudad en su conjunto es un espacio público a partir del cual se organiza la vida colectiva y donde hay una representación de esa sociedad.”.
Ahora bien, desde una órbita ligada a lo social, se encuentra que “El espacio no es un «reflejo de la sociedad», es la sociedad misma [...] Por lo tanto, las formas espaciales, al menos en nuestro planeta, son producidas, como todos los otros objetos, por la acción del hombre.” Aproximación que se encuentra íntimamente ligada a aquello que se desprende de la lectura de Borja y Muxi , al entender que el espacio público no es un concepto dado, sino que es un producto social. Desde otra órbita, se señala que el espacio público “es por excelencia el escenario de la socialización colectiva de la ciudad”, lo cual se anuda de manera armónica a aquello que ha sido referido como que el espacio público aquel "lugar de relación y de identificación, de contacto entre las personas, de animación urbana".
Finalmente, sobre la base de las diferentes aproximaciones conceptuales traídas a colación acerca del espacio público tanto desde la planeación urbana como desde otras disciplinas, se concluye que respecto de un mismo elemento se pueden presentar variadas maneras de interpretación y por consiguiente de relacionamiento hacia este, razón por la cual dependerá del enfoque y de los intereses que guíen cada investigación, la manera en la cual se aborde la concepción del espacio público.